INDICE DE PÁGINAS.

martes, 22 de octubre de 2013

I Q U I T O S

Sábado 21 de Julio.
La verdadera hora en que abandonamos el Amazonas no fue ni a las 10am, ni a las 2pm.. sino a las 10pm. Con un sentimiento de pena a la vez que alegría por haber llegado a nuestro destino, nos dispusimos a bajar del barco. Que cómo fue la bajada? Había una simple tabla de madera largaza que comunicaba la parte delantera del barco con los cimientos del puerto. Una tabla de dos palmos de ancha y dos dedos de gruesa, un tanto indeble para el peso que soportaba: dos o tres personas con sus respectivos equipajes, la cual formaba una parábola cóncava con apariencia indeble que, si se rompía caías a las marrones y densas aguas del Amazonas.





Está claro que, dejamos Henry II, pero nuestras aventuras no nos abandonaban ni un segundo.
Salimos del puerto y ahí estaban: miles de motocarros esperándonos:
- Señoritas, taxi? Las llevo a algún lugar? Plaza de Armas? Hostal? Hospedaje?

Claro, al no conocer nada nos dividimos en 3 grupos y fuimos de hospedaje en hospedaje buscando una ducha y una cama donde descansar. (Anécdota de gringos): Algunos mototaxistas que están dentro del puerto, tienen comisiones por llevarte a unos hospedajes determinados, siendo siempre los más caros y asegurándote de antemano que “está todo completo y que no hay más barato”. Así que, con nuestra inocencia, fuimos a parar al Hostal Shippibo. La verdad, para una noche estuvo muy bien, carazo, pero bien, con aire acondicionado, ducha... Creo que una habitación doble eran como 120 soles, en la cual dormimos 4 personas (a lo que no salimos a mucho...), y eso después de negociar y rebajar el precio, como buenos peruanos... jijiji.

Después de ducharnos fuimos a cenar un pollo asado y papas, y luego a tomarnos una chelita, mojito... a un bar la verdad muy bonito, no recuerdo el nombre, pero el centro de la ciudad tampoco es muy grande, así que se encuentra fácilmente.

Domingo 22 de Julio
Al día siguiente, decidimos ver la ciudad. Es una ciudad bastante ruidosa y un tanto caótica, algo parecido a Lima pero en pequeño y en medio de la selva. El transporte que más predomina son los motocarros, pues son baratos, fresquitos y llegas a cualquier parte de la ciudad. También están los autobuses y bueno, motos y autos particulares también. 



Fuimos a desayunar a la zona del Mercado, unas ricas tostadas con salsa huancaína y salsa de aceituna -las tostadas más ricas que me he podido echar a la boca- y un batido de fresa buenazo también. Tras el pequeño paseo, terminamos sentados hablando en la Plaza de Armas. Allí se nos acercaban muchos vendedores de tours, pero nosotros teníamos el contacto de Willy, con el que otros amigos se fueron y hablaron muy bien. Así que lo llamamos y nos ofertó los paquetes que tenía, con total libertad de elegir lo que queríamos hacer y lo que no.
El tour costó 180 soles los 4 días, incluyendo así: transporte en el “peke-peke”, alojamiento y comida.
Empezamos el tour visitando el mirador del Amazonas introduciéndonos en la selva. Para ello, fuimos al puerto de Iquitos a montar en el peke-peke, nuestra embarcación con techo de palmera y el resto de madera. 


Puerto de Iquitos
Sopa de tortuga


Suri (gusanos asados)
 En el puerto, hay un mercado de puestitos con comida típica, el suri, sopa de tortuga dentro de su cascarón, tacacho con cecina, huevitos de tortuga, plátanos y todo tipo de frutas. Es un puerto un tanto peculiar: hay un peke-peke-ambulancia, que es la única barquita blanca con una cruz roja que se va desplazando a donde haga falta, y los grifos, son flotantes, tú simplemente con tu barquita te acercas y te ponen gasolina.



Mirador Amazonas









Ya en el lugar caminamos un poquito hasta llegar al mirador. Tiene unas vistas súper bonitas, se ve perfectamente cómo Iquitos y sus pequeñas islas están completamente rodeadas por agua. De ahí caminamos un poco por en medio de la selva (o eso pensamos en ese momento), pasando por un gran árbol  donde hicimos un intento de Tarzán, pasando por un pueblito hasta llegar a una cancha donde jugaban fútbol donde las mujeres nos ofrecieron masato, esa bebida de yuca fermentada que se fabrica de la siguiente manera: las mujeres toman la yuca, la mastican y escupen, y así, con el tiempo, se consigue su fermentación. No sé si ese masato estaba producido de esa manera o eso era antiguamente,

 pero nos decían que sí, y por supuesto, hay que hacer caso siempre de las personas de la selva. De ahí pasamos por un caminito y nos explicaron que hay un fruto, muy bonito por cierto, que las bolitas que contienen dentro se usaban antiguamente y en algunas tribus indígenas como maquillaje y también como colorante de comida. Las frotamos un poco y en seguida salió el tinte con el que pintamos nuestras caras, brazos...


Ya montados en el peke-peke, almorzamos nuestro primer Juane iquiteño y probamos una ensalada con tomate, pepino y chonta (verdura como un tallarín, blanco que parece plástico pero está rica, que sale del interior de las cañas de palma). De ahí, visitamos unas playas de lodo. La tierra era completamente negra y te cubría hasta las rodillas incluso más si te quedabas quieto y no llevabas cuidado! Fue muy divertido.
Ya atardeciendo, fuimos a nuestro “loch”, hospedaje, construido con tronquitos de madera y hojas de palmera como techo y por supuesto, rodeado de grandes mosquiteras. Allí nos esperaba el shamán dueño de la casa. Con su loro -imitando nuestra risa- y su mono que se llamaba Wachiturro -siempre estaba comiendo plátanos-. Esa noche yo me encontraba mal y me quedé en el hospedaje, pero todos los demás se fueron al río a pescar la comida para cenar y para el desayuno del día siguiente. Contaron muy buenas anécdotas de peces que hacían ruidos muy extraños, otros grandazos, y eso con una sola luz en la barca.

Lunes 23. INTO THE WILD
Nos levantamos para el gran día, nos íbamos a adentrar en la selva más virgen que habíamos conocido. Para ello nos pusimos ropa larga para los mosquitos, unas botas de goma hasta las rodillas, mucho repelente y cigarrillos para ahuyentar a los mosquitos con el humo. Cargamos las carpas, las ollas, los machetes y lo necesario en la mochila para pasar una noche en plena selva. Antes, pasamos por una casa de una familia que tenía pollos, escogimos el pollo más grande, lo mataron, lo ataron y lo cargamos a nuestra espalda para hacer un rico ají de gallina para cenar. En la familia había tres niños un poco vergonzosos, y la más pequeña de la casa se acercaba a saludarnos y a estar con nosotros, a ella también le encantaba verse en la pantalla de una cámara de fotos.

Ahora sí que sí, con el pollo y los utensilios necesarios, allá que fuimos!
Se me olvidó nombrar a la persona más importante de toda esta aventura: al maestro Juan. Un hombre que conoce todo, y cuando digo todo, es TODO. Para qué sirve cada planta, cada liana, cada árbol  y lo más importante, sabía llegar donde quería, por en medio de la naturaleza salvaje: él, su orientación y su machete. Yo de verdad, si ustedes van a hacer un tour por la selva en Iquitos, buscar a Willy y a Juan, o de verdad, yo les doy el contacto porque lo súper recomiendo.

Estuvimos como 6 horas caminando por en medio de la selva, parando, conociendo remedios naturales de las plantas, cruzando charcos producidos por las lluvias de días anteriores por encima de troncos, retrocediendo cuando vimos un gran panal de avispas, parando para hacer fotos, ver árboles enormes, contemplar el silencio urbano y admirar los sonidos de los animales, insectos y hojas.
Pero por fin, llegamos a nuestro “campamento”, justo al lado de un lago en el cual nos bañamos, por supuesto! Había como algunos pececillos que te mordían pero muy flojito y daba cosquillas y mucha risa. Después del baño, hicimos la cena, un riquísimo ají de gallina preparado por Juan Carlos, Tiphaine y yo.

El ratito de antes de dormir lo pasamos junto a una hoguera con un panal de termitas que, cuando las restriegas por la piel o las quemas, sueltan una sustancia que ahuyenta a los mosquitos y tomando un poco de 7 raíces. Al rato, fuimos a las carpas a dormir.

Martes 24.
Nos despertamos con muchísimo calor, pues la carpa había hecho un efecto invernadero inaguantable. Aunque no sé si era mejor salir o quedarnos dentro, teníamos la tela de la carpa por fuera repletita de mosquitos esperando que saliésemos para comernos. Fuimos saliendo poco a poco y una vez fuera Willy y Juan nos dijeron: “chicos, tienen que pescar porque sólo tenemos un lagarto para comer todo el día!”
Una serpiente pequeñita pero venenosa que cazaron por la mañana sirvió de cebo para pescar algunos peces y muchas pirañas... sí, PIRAÑAS, y bueno, por qué no decirlo, algún que otro tronco que iba flotando en el agua también!

Fue muy gracioso por que decíamos: “claro, ya sabemos qué eran esos pececitos que nos daban mordisquitos...”. Aún así, decidimos volvernos a meter al agua y nadar hasta la otra orilla, tirarnos desde un tronco de un árbol caído en el agua y volver. Mientras, el seco de lagarto (guiso con pimiento y ají) se estaba cocinando en la olla.
Lagarto a la cazuela!!

Mientras lo comíamos como desayuno, inventamos una especie de parrilla para hacer las pirañas y las patas del lagarto a la brasa para almorzar una vez llegar al peke-peke.
Recogimos todo y emprendimos el camino de vuelta ya menos cargados: sin el pollo y sin agua! Por suerte, el maestro Juan conoce todo sobre la selva y paramos en un lugar para cortar unas ramas de un árbol que acumula agua, por lo tanto, si lo cortas en diagonal, al inclinarlo sale agua por el pico. Allí estuvimos un buen rato, pues era muy curioso y claro, teníamos sed de todo el camino.

Una vez montados en el peke-peke, fuimos a una pequeña reserva de animales, donde habían monos y osos perezosos. De ahí volvimos a las aguas del Amazonas para volver un ratito a las playas de lodo y almorzar las pirañas y patas de lagarto.
Una vez cubierto nuestros pies con el lodo, volvimos al loch para tomar AYAHUASCA.
La experiencia con el ayahuasca me la guardo para mí, pero recomiendo hacerlo como nosotros, cuando conoces al shamán, y sabes todo sobre el ritual y las costumbres de antes de tomar ayahuasca y el ayuno de después. Lo único que puedo decir es que, es una ceremonia que ni aunque hubiese visto vídeos  o escuchado miles de historias, no hubiese imaginado así. Los íkaros cantados por el o los shamanes durante toda la ceremonia, los cambios en la trayectoria de tus visiones, de tu estado... Si no sufres ninguna enfermedad del corazón, si puedes aguantar las experiencias fuertes y no te estás medicando, lo recomiendo. Yo, espero repetir.

Miércoles 25.
El último día del tour lo aprovechamos para pasear por la ciudad con los guías, almorzar juntos en un restaurante de comida típica que ellos conocían y visitar algún mercado artesanal. 
Pasillo de hierbas medicinales y tragos del Mercado
Esa mañana, también la aprovechamos para ir al Barrio de Belén, barrio un poco peligroso para ir unos cuantos gringos solos. Fuimos al mercado de Belén donde vendían de todo, desde 7 tipos distintos de palta, jugos, verduras, pasando por carne hasta tragos, medicinas, plantas, cigarrillos... El mejor mercado al que he ido nunca! 
Casas del Barrio de Belén
De ahí pasamos a subir en una lanchita, no recuerdo cuánto nos costó,(igual 5 soles a cada uno, no sé). Con la lancha, paseamos por el barrio de Belén. El barrio de belén, o también conocido como "la Venecia Amazónica". Las casas y edificios son flotantes debido a que, en época de lluvias, crece el caudal del río. Si no fuese así, el barrio se inundaría. 
En la tarde, y como despedida, tomamos un helado buenazo de maracuyá y chocolate en una heladeria que hace esquina en la Plaza de Armas. Helados de frutas artesanales, que siempre vienen bien! 
Hostal Charapas
De ahí visitamos un mercado artesanal y nos despedimos de los guías y de las chicas alemanas que tenían que tomar el avión. Nosotros, aprovechamos para buscar un alojamiento más barato que el Hotel Shippibo. Encontramos el Hostal Charapas, justo en la misma calle que la Casa de Fierro que hay en la Plaza de Armas, exactamente en la calle Próspero Raymondi. Un hostal muy lindo, limpio y barato (18 soles/noche) y la señora muy simpática.


Después de cenar fuimos a tomar otra chelita más y a dormir. 

Jueves 26.

Este día lo aprovechamos para pasear por Iquitos y contemplar su arquitectura: la Casa Cohen, Casa de Fierro, Casa Fitzcarrald, Casa Morey, Iglesia Matriz, el Malecón... 
Mi piernita en todo su esplendor!
Volvimos al mercado a comprar ingredientes para hacer la cena y plantas para curarnos las picaduras de zancudos y de las hormigas asesinas de mi pierna.


Mi piernita, ya mucho mejor....
 Hablamos con los señores más mayores y que, por ende, conocían más sobre qué plantas o ungüento aplicar a cada picadura. 
En la tarde, fuimos a pasear por la zona no turística de Iquitos. Fuimos a buscar un parque y luego a tomar una chelita. Juan Carlos y Marco se quedaron para tomarse unos anticuchos, mientras Tiphaine, Karen y yo volvimos a preparar la cena (nos tocaba a nosotras...). 
Tras la cena, descansamos un poco, pues las pastillas que nos dieron para el picazón de las picaduras, nos hacía dormir. A las 12pm nos despertamos y salimos a pisquear y a bailar un poquito de salsa! 
Cuando cerraron todo, volvimos a dormir. 

Viernes 27.
Éste, fue el último día en Iquitos. Juan Carlos, Tiphaine y Karen fueron a visitar una playita. Yo mientras, me quedé con un dolor terrible en la pierna (ya que no podía ni estirarla...). Y decidí dar un último paseo por la ciudad. Marco se quedó pintando un graffitti en la pared de un señor.
En la tarde, Juan Carlos, Tiphaine y yo volvimos al puerto, donde tomamos el barco Eduardo (mucho más nuevo, amplio y limpio), colgamos nuestras hamacas y tomamos rumbo a Yurimaguas.
Karen tomaba el avión la mañana siguiente y Marco tomó el avión unos dos o tres días mas tarde.

Fue todo un gusto, Iquitos!